Hoy escribo desde la República del Ecuador en el día después de Acción de Gracias. Estoy en Quito junto con mi esposa Wilma, celebrando la boda de Javier y María José. Javier es un amigo de la familia en Argentina de por toda la vida. Hoy por hoy, damos gracias a Dios por todas sus bendiciones.
Al llegar a Quito me acorde de la historia de los cinco mártires misioneros que fueron atacados por la tribu de los Indios Aucas. La historia aparece en el libro, ya un clásico, Portales de Esplendor publicado en 1957. Relata la vida de cinco misioneros que escucharon y obedecieron la voz de Dios. Describe como Dios hablo a sus corazones y le envió en una misión. El llamado de Dios no consintió “de voces raras, sueños o visiones,” simplemente la paz de Dios que los guiaba… ¿y donde fueron guiados? A la selva Ecuatoriana.
El primer capitulo del libro hábilmente escrito por Elizabeth Elliot, la esposa de Jim, se titula: “No me atrevo a quedarme en casa”. Describe todas las razones que le “convenía” quedarse en Estados Unidos. Pero el llamado de Dios fue superior y no se quedaron en la comodidad de su cultura y ante las oportunidades de trabajo. Rechazaron “el deseo de los Gentiles”, como lo expresa Elliot. ¿Con qué fin? Cumplir con el llamado de Dios.
Cuando uno oye la voz de Dios, entiende el valor, la magnitud y el alto privilegio de ser llamado. Los discípulos de Jesús respondieron al llamado “dejándolo todo, le siguieron” Lucas 5:11.
Elizabeth Elliot cita a su esposo: “No es tonto perder lo que no se puede guardar por ganar lo que no se puede perder.”
Estoy al tanto del debate postcolonial, como también las notas positivas del movimiento misionero europeo y estadounidense de los siglos pasados. Pero no estoy dialogando sobre bases de teorías misiológicas. Estoy abordando algo mucho mas personal: El llamado de Dios al ministerio.
Hoy, en el Norte, como en muchas partes del mundo, nos faltan hombres y mujeres que transforman la vidas a través de la obediencia al llamado de Dios. Nos urge tener un modelo de Iglesia misional que cumple con el mensaje del evangelio que es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; un modelo bíblico que está en los negocios del Reino de Dios y no de los hombres.
No podemos continuar sosteniendo a la iglesia institucional que esta preocupada meramente en ocupar espacio, en sostener un status social, en mantener una institución con engranajes que ya no funcionan, con la única misión de sobrevivir. El resultado de varias décadas de este tipo de institución eclesiástica nos ha conducido ante el umbral de la descristianización de Estados Unidos. El secularismo ha superado a la cultura y desplazado a la iglesia
La Iglesia Hispana debe reconocer su hora, aceptar dirección de Dios y cumplir con el llamado al ministerio que es singular. No tenemos que ser copia de otra cultura porque no funciona. Debemos ser originales para Dios en nuestro ministerio. Todo ministerio efectivo es respaldado por Dios y su característica no necesariamente tiene “la pinta del éxito norteamericano”. El llamado de Dios al ministerio no es la aprobación política de líderes eclesiásticos, no es un nuevo estatus social, no son sumas de dinero, no son edificios donde celebrar nuestras reuniones, ni aún son cantidad de creyentes que nos “escuchan”. Cuando afirmamos el llamado de Dios en base a lo que otros pueden hacer por nosotros, estamos simplemente errados. Seguimos siendo una “iglesia” dependiente de otra “iglesia”.
Cumplir con el llamado del Señor en nuestras vidas debe recordarnos la clasificación de nuestra lucha: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios 6:12.
La batalla es real y es personal. Y sin embargo, Jesucristo dijo que ni las puertas del infierno prevalecerán contra Su Iglesia.
La realidad que cumplir con el llamamiento de Dios al ministerio resulta ser un lugar muy solitario… Pero también es un lugar muy cerca de Dios, de donde se transforma el mundo…
Nota adicional: Ocupan un lugar en la pared de mi oficina dos lanzas Aucas. Me hacen recordar lo que significa hacer la voluntad de Dios. Esas dos lanzas fueron un regalo de los Aucas a los misioneros que ministraron muchos años atrás en la jungla Ecuatoriana… lanzas similares fueron empleadas para quitar la vida de los cinco misioneros. Pero los Aucas fueron transformados por el mensaje de Palabra de Dios. ¡Lo que hace Dios por medio de aquellos que cumplen con el llamado!
Le invito a dar lectura o re-lectura a Portales de Esplendor. Trata sobre cinco hombres que hicieron la voluntad de Dios…