El Salmo 90 se atribuye a Moisés al fin de sus días. Desde Pisga ve a la distancia la tierra prometida donde Dios no le permitió entrar (Deut 34). Son palabras importantes de un líder que refleja sobre su vida y exhorta a las generaciones a Servir al Señor. El versículo 12 es la clave del capítulo: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”
Ante un nuevo año de responsabilidades, nos preguntamos ¿Que significa contar nuestros días? ¿Como adquiere el corazón sabiduría?
Un par de definiciones: Para los propósitos de este artículo, por corazón me refiero al “yo”, a la totalidad de lo que constituye la persona; las acciones y no acciones, conscientes e inconscientes, los pensamientos y responsabilidades ante Dios, sociedad y hogar. Por sabiduría, me refiero a la capacidad de someterse, rendirse, y llegar a reconocer y discernir el impacto decisivo de Dios en la vida. Es apropiarse de la mejor enseñanza que nuestra fe nos proporciona. Es conceptualizar que todos los eventos en la vida están enlazados inescrutablemente y que el que confía en Dios no será decepcionado; y que, con ese marco de conectividad, tenemos mayor poder, libertad, y responsabilidad en la vida (Romanos 8:28). Entonces, la sabiduría está alojada en el corazón que responde y es congruente con los propósitos de Dios a través del tiempo o de la vida.
Adquiriendo sabiduría. El Libro de los Salmos nos ayuda en nuestra encuesta. Algunos eruditos prominentes del Antiguo Testamento como Gunkel, Mowinkel, Westerman, y especialmente Brueggemann, proponen que el Libro de los Salmos enfoca tres experiencias vivenciales orientación, desorientación, y nueva orientación. Cuando organizamos estas experiencias, las mismas constituyen un vehículo que auxilia contar nuestros días a favor de incorporar sabiduría. De acuerdo a este esquema, la vida del cristiano en cualquier momento está caracterizada ya sea por una de estas experiencias, o navegando de una a otra. Admitir que estas experiencias son parte íntegra de nuestra vida cristiana, y discernir dónde estamos ubicados, requiere sabiduría.
Exploramos el Salmo 30:6-12 como ejemplo de las sugeridas experiencias en la vida del creyente.
Orientación: Salmo 30:6-7b, “Y en mi prosperidad yo dije: Jamás seré conmovido. Oh Señor, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte…”. La vida consiste en épocas de satisfacción que pronuncia gratitud por tantas bendiciones. Aquí es cuando el gozo, el deleite, y la alegría y coherencia que Dios “está en control,” y que todo lo que hace el Señor causa que nuestra copa este rebosando. Estos Salmos fueron creados, transmitidos, valorados, y confiados por una comunidad de fieles seguidores de Dios. Pese a todo lo que pudiera venir en el futuro, o lo que ya pasó, estos Salmos afirman que siempre se puede confiar en Dios. Estos son los Salmos que se identifican como himnos descriptivos porque afirman y reflejan un estado de ánimo equilibrado. En estos Salmos, la vida no percibe amenaza alguna; describen un mundo tranquilo, sin sorpresas, y, por ende, sin temor. Entre los muchos Salmos de orientación están: 1, 8, 14, 33, 104, 133, y 145.
Desorientación: Salmo 30:7b-10: “Tu escondiste tu rostro, fui conturbado. A ti Señor, clamé, y al Señor dirigí mi súplica: ¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad? Escucha, oh Señor, y ten piedad de mí, oh Señor, sé tú mi socorro.” La vida también consiste en épocas de dolor, separación, aún muerte. Estos periodos en nuestra vida evocan emociones profundas, enojo, resentimiento, desesperación. Los Salmos de desorientación provocan épocas rusticas, desordenadas. dolorosas, evocan profunda angustia y confusión al encontrarse en el “pozo”. En algunos casos, el salmista es inocente y legítimamente busca ayuda de Dios. En otros casos es culpable, pero se arrepiente y busca perdón y restauración. Y aun en otros casos, el salmista invoca la reputación Dios como base de su rescate.
Nada que ver con los Salmos de orientación. Muy por el contrario. El contraste es fatal. Pese a nuestra experiencia real, los Salmos de desorientación no son utilizados con mucha frecuencia en nuestras vidas. Quizás porque pensamos que si aceptamos nuestra angustia no estamos ejercitando nuestra fe; quizás pensamos que estamos aceptando un negativismo; que tenemos una confesión errónea. Existen corrientes de fe que rehúsan aceptar que somos seres humanos, vulnerables, iguales a las catástrofes del mundo. Posiblemente hemos creado una imagen ante el mundo que es falsa, porque todos sufrimos. Y si existe alguna duda es tiempo de releer Hebreos 11 y los múltiples pasajes bíblicos donde la experiencia de los seguidores de Jesús sufrieron. Los Salmos de desorientación son los que dan voz a nuestro caos, dolor y desesperación como cristianos. Es la experiencia del lado obscuro de la cruz, el clamor desde nuestro sufrimiento y abandono: “Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado? (Matero 27:46).
Cuando invocamos nuestra realidad lo hacemos no como un acto de infidelidad o fracaso; muy por el contrario: para la comunidad cristiana es un acto de fe audaz, de una fe trasformada. Es un acto de fe porque insistimos que el mundo debe ser vivido en tiempo real y no en un mundo de pretensión falsa. Y al mismo tiempo es un acto audaz porque toda experiencia desorientadora constituye una plataforma para dialogar con Dios. No hay nada que no podemos hablar con Dios. No hay nada inapropiado. El no conversar con Dios sobre estos asuntos agobiantes es alta traición ante la realidd vivencial y a la Soberanía de Dios que vigila nuestra existencia. Estos Salmos hacen una conexión importante en nuestras vidas porque dictan que todo mal sobre nuestra vida debe ser denunciado, y que todo lo que nos sucede debe ser pronunciado ante Dios quién es el último referí de la vida.
Quiero solo dejar este concepto: Nuestra fe es transformada por un Dios totalmente diferente al que antes conocimos- ahora está presente, participa y es atento en nuestra noche obscura, nuestra debilidad, nuestro dolor, nuestro lamento, nuestro desplazamiento de vida. Estos Salmos insisten en un Dios fiel, más que un Dios inmutable. Cuando la fidelidad parece remplazar la inmutabilidad de Dios, nuestra noción de la soberanía de Dios cambia profundamente. Hay muchos Salmos de desorientación, entre los cuales están 13, 35, 74, 79, y 139.
Nueva orientación. “Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría; para que mi alma te cante y no esté callada. Oh, Señor Dios mío, te alabaré para siempre.” Salmo 30:11-12. Nuestra vida también consiste de sorpresas que nos abruman de alegría por la gracia de Dios. Es un regalo en el medio de nuestra confusión y angustia de la soledad y de la noche obscura, producto de la desorientación. Es la sorpresa del evangelio que nos da luz en las tinieblas. En el medio de la muerte, ¡vida abundante! Es el movimiento que los salmistas atestiguan. Sin embargo, notemos que no estamos abogando por un desarrollo de circunstancias que automáticamente conducen a la liberación. Afirmamos que el cambio de muerte a vida es un acto transformador e independiente por parte de Dios. Cada situación desorientadora pudiera tener un fin miserable. Una lectura del Salmo 88 modifica la idea que nosotros podemos salir del pozo de aflicción por una creencia cíclica de eventos. También que el movimiento de una etapa a la otra nunca es obvia, fácil, sin dolor, o natural. Siempre es en dolor y sorpresiva.
La vida no se explica solamente el descubrir donde estamos, es también un movimiento de circunstancia a circunstancia, cambiando y enfrentado nuevas vistas de vida que nunca sospechamos posibles. Y, muy importante, por lo general, resistimos esos cambios. Queremos volver a lo que antes era, aferrados a las circunstancias antiguas- pero no es posible. Dios hace todo nuevo. Los salmistas escriben con la certeza que no se puede regresar al pasado. El encuentro franco con Dios en medio de la circunstancia desorientadora produce un efecto permanente de cambio. Cuando un arbol es podado, cambia su forma para siempre.
La nueva orientación de Dios a causa de Su gracia produce posibilidades inexplicables, nunca antes imaginadas. No se pueden predecir o programar. No es la astucia humana, es la acción soberana de Dios en la vida del creyente. No sabemos cómo esto sucede, así como un muerto que resucita, un leproso es limpiado, o un ciego recobra la vista. Los salmistas no saben el cómo, ni tampoco tratan de especular, pero sí aceptan el resultado con palabras maravillosas de asombro, gratitud y alabanza. Entre los Salmos de nueva orientación están 23, 30, 34, 40, 65 y 91.
Conclusiones: Un corazón que adquiere sabiduría descubre que la vida tiene un ritmo a través del tiempo. Que nuestros años abogan experiencias en tres movimientos, de un lugar a otro: un lugar de orientación, en el que todo hace sentido en nuestras vidas; o un lugar de desorientación, en el que sentimos que nos hemos hundido en el pozo; o un lugar de nueva orientación, en el que nos damos cuenta de que Dios nos ha sacado del pozo y estamos en un lugar nuevo lleno de gratitud sobre nuestras vidas y nuestro Dios.
Los Salmos coinciden con esos lugares y con los movimientos. Los Salmos son un suficiente recurso, junto con nuestras experiencias vividas, que permiten la adquisición de sabiduría a favor de una fe sólida frente a cualquier situación.
Me gustaría saber que piensas…