Regreso a escribir con algunas preocupaciones confirmadas. No quería escribir sobre el tema, pero en realidad debo hacerlo.
Primero, porque no veo que otro esté escribiendo sobre el tema desde una perspectiva eclesiástica, académica y práctica. Puede ser que mi alcance de quién está o no está escribiendo sea limitado, pero igual, busco y no aparecen las letras.
Segundo, porque es un tema que escucho frecuentemente y por diferentes personas en el ministerio- Hispanos, Afroamericanos, Coreanos y también Angloamericanos. Este asunto está fuerte en todos los continentes.
Y en tercer lugar, escribo por mi propia salud mental, lograr un catarsis y continuar con mi vida… Quizás lo mas importante.
Como sea, en estas próximas semanas esbozaré el tema frustrante que los ministros y líderes en la iglesia han expresado a grito tendido. En síntesis aquí esta la queja pastoral que se oye continuamente:
“Estoy viviendo en una crisis existencial dentro mi concilio. Me cuesta creerles… Dicen querer ser transparentes, pero sus palabras no concuerdan con sus acciones… Me siento engañado. Me cuesta confiar en el concilio por las experiencias del pasado: me han prometido lo que nunca ha cumplido… tengo mis sospechas que nunca cambiaran… ¿Será porque soy Hispano?… ¿Qué hacer?”
La falta de confianza en nuestro liderazgo es atroz. Es una realidad que en el momento en que existen sospechas sobre las motivaciones de una persona u organización, todo lo que hacen queda contaminado. Es como decir “No tengo confianza en mi cónyuge.” Esto es serio. Miqueas nos da un panorama esquizofrénico: “No os fiéis del vecino, ni confíes en el amigo. De la esposa en tu seno, guarda tus labios” (7:5).
La Biblia, que no miente acerca de sus protagonistas, nos indica que la desconfianza es también común en la Escritura. Por ejemplo: Los hermanos de José desconfiaron de él (Génesis 50:15-17); Jacob desconfió de Esaú (Génesis 32:6-8); Sehón desconfiaba de Israel (Jueces 11:19-20) y Pablo desconfió de Juan Marcos (Hechos 15:37-38).
La desconfianza resulta ser muy cara. La desconfianza sube el “costo” del trabajo ministerial…
Sin embargo, la desconfianza es justificada en la Escritura algunas veces: El Salmo 118:8 dice: “Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre.” También, Salmo 44:6 “Porque yo no confiaré en mi arco ni me salvará mi espada.” Y también: “No confiéis en príncipes ni en el hijo del hombre en quien no hay salvación” (Salmo 146:3).
Posiblemente el error es que hemos depositado nuestra confianza inapropiadamente en los hombres. Al pertenecer a una organización y depositar nuestra total confianza corremos el riesgo de que nos defrauden porque esta constituido por seres falibles.
Recuerdo años atrás, cuando me espanté al darme cuenta que mis superiores no eran superiores; ¡aún peor! Me di cuenta que en muchos aspectos eran mis inferiores.
Sin querer yo los vi sobre un pedestal, mas cerca de Dios… Y estos influían con poder en decisiones económicas y estructurales que parecían ¡invencibles! Fue muy difícil darme cuenta que sin querer, yo estaba confiando en ellos como que si fueran los que movían la mano de Dios. Y cuando me preocupaba de las decisiones o la política empleada me hacían recordar que rebelarse contra los líderes elegidos de Dios, estaría desafiando a Dios mismo.
Pero yo no estaba rebelándome contra Dios… Quería saber porque actuaban mis lideres en diferentes maneras… Hasta la fecha no han dado respuesta adecuada. Insisten en que no debemos cuestionarlos… “Después de todo,” me dijo un dirigente, “nosotros sabemos mejor porque vemos mejor… debes confiar y ver que tenemos razón… cuidado con amargarte…”.
Han pasado muchos años y todavía sigue igual. No se explican, hacen lo que quieren, dicen que ven mejor, que les confiemos y que no nos amarguemos, y el mundo sigue dando vuelta como si nada.
Uno entonces debe tomar ciertas decisiones en su vida ministerial, estableciendo un orden en las relaciones con el liderazgo donde Dios nos ha colocado. Y de eso nos ocuparemos en las próximas semanas…
Me gustaría saber que piensas…
Que bien que se pone por escrito la falta de confiabilidad dentro de nuestro liderazgo denominacional. Ahora me pregunto que actitud debemos adoptar ante esta situacion. Si tomamos la actitud de que toda va a cambiar para bien, seremos llamados «optimistas». Si la de que todo seguira igual, y que mas aun, empeorara, rayaremos en la critica del «fatalismo.» Pero nuestra ralidad es compleja, y nuestro liderazgo demasiado arcaico y acostumbrado a «hacer» lo mismo, que se ve dificil de que cambie, y mucho menos que se renueve o se «regenere». Mas todavia, Dios nos ha colocado dentro de un liderazgo que si bien no es lo mejor, todavia podemos avanzar en el ministerio que Dios nos ha confiado, «a pesar» del liderazgo conciliar.
Gracias Dr. Zone.
Debo confesarle que por salud mental he tratado de obviar el tema en mi mente, pero en verdad es muy triste la situación con muchos de los «líderes» en nuestras denominaciones. Tal vez sería muy útil que promoviéramos más su rol de «servidores del Reino» para que se enfoque más lo que significa estar en un lugar tan determinante como lo es una posición administrativa de la grey del Señor.
La falta de confianza de muchos líderes se genera desde el momento en que la «política y pólizas denominacionales» mal aplicadas son la excusa para ciertos líderes para hacer lo mejor en favor y protección de su posición y para asegurarse quedar bien con aquellos que les interesan en ese momento. Leyes aplicadas sin la gracia de Dios, que lo único que logran es la tristeza y en muchas ocasiones la deserción de sus pastores.
Con muchas tristeza hemos visto como buenos hombres y mujeres de Dios han dejado la denominación de su vida por malos manejos que afectan dramáticamente a sus dirigidos.
Estoy seguro Dr. Zone que su consejo es muy puntual en este sentido: «Sirvamos a Dios en su Reino, no en la denominación», trabajemos por amor a la obra de Dios, seamos una iglesia inclusiva, una congregación donde busquemos que el nombre de Dios sea glorificado a favor de la comunidad donde Dios nos permita ministrar, seamos sencillos en las prácticas de nuestra fe y vivamos para la gloria de Dios.
Creo que el tema es inagotable, y gracias por traerlo, creo que nos debe servir para pensar y re enfocar nuestro ministerio.
Estoy totalmente de acuerdo con usted. Hay crisis en los concilios porque hay crisis en la fidelidad a Dios. Se olvidad que son servidores y se creen que son duenos y patrones. Sin embargo aunque todos pasamos por situaciones dificiles ante nuestros concilios, es importante reconocer que siempre hay quienes son sinceros y debemos pedir sabiduria a Dios para identificarlos y trabajar con ellos.
estaremos esperando la secuencia del tema. es muy interesante y nos puede ayudar mucho.
Si, gracias. Continuemos!
ez
creo que es una falta de sabiduria espiritual de nuestros superiores, que se sienten los caciques del pueblo. y en un conformismo en el que nos quedamos nosotros al no querer mirar mas aya.
nuestro mas grande error es que estamos confiando mas en el hombre y no en dios
A veces la iglesia es manejado como una empresa con fines de lucro o peor aun como uno de nuestros gobiernos latinoamericanos. Donde impera la burocracia y la falta de atención para la población que se dice servir. Hermanos despertemos la iglesia del Señor no debería comportarse así, sin embargo lo hace, es responsabilidad nuestra no ser parte del problema sino de la solución. Oremos para que el Señor cambie a nuestros lideres o mejor aun iniciemos nuestra propia obra