Los 3 pecados

No importa en que mundo estemos, hay 3 pecados que son imperturbables. Los menciono no como algo nuevo, sino como algo que sucede mas seguido de lo que quisiéramos admitir.  Aparecen como angelitos de luz que después son demonios desenfrenados que hacen estragos. La clasificación de “los 3 pecados” se grabaron en mi mente muchos años atrás en una charla con el Hermano Pablo protagonista del programa internacional de radio, “Un Mensaje a la Conciencia”. Ambos estábamos de viaje a Washington D.C. para asistir a la reunión anual del NRB.

El Hermano Pablo comentaba sobre 3 pecados que evitar en la vida. En su sentido de humor y fluidez dijo: “¡Cuidado con La Dama, la Lana y la Fama!”

-La Dama siempre aparece como la que “me entiende mejor que mi mujer”.  Y cuantos han caído con la Jezabel de nuestra época.  Un distinguido profesor de Literatura del Antiguo Testamento, colega en Azusa Pacific University, esta convencido que cada cristiano tiene que enfrentar varias “Jezabeles” en su ministerio. Dijo:

-“Son comisionadas para destruir matrimonios, hogares y ministerios.  La tentación sexual es real en cualquier etapa de la vida.”

Con lágrimas recuerdo tanto a pastores jóvenes como veteranos que descubren el verdadero precio del pecar, de violar el voto matrimonial.  Y las consecuencias son reales.  No podemos culpar a nadie. Es un asunto de carácter.  No hay razón válida para traicionar al cónyuge.  En mi vida ministerial que abarca diferentes contextos,   culturas, y mas de cuatro décadas, solo cito a Pablo: “¡El que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga!

No estoy acusando un sexo sobre el otro. Ambos tienen la responsabilidad de sostener la pureza matrimonial. Quién  no conoce la historia del pastor que cayo?  ¡Cuidado con la dama!  Cuando creemos que esta lejos, esta cerca.

Estos terminaron mal. La “dama” los traicionó.  Los que adulteran pierden la frescura espiritual, la unción desaparece y no prosperan.

-La Lana es el dinero que me apropié que no era mío: era del ministerio.  Ya todos sabemos el pasaje bíblico que el amor al dinero es la raíz de todo mal. En el Norte como en el Sur, Este y Oeste, muchos se queman cuando creen que pueden hacer y deshacer como les aparece con los diezmos y las ofrendas.  Conozco ministerios muy desprolijos. No tienen cuenta de banco, manejan todo en efectivo. ¡Literalmente tienen el dinero debajo del colchón! No hay reunión de negocios en la iglesia, no hay una mesa directiva que revise las cuentas, no hay una estructura de confianza.  Algunos no tienen concepto de contaduría y ¡otros son muy vivos!  Cuando el Concilio les llama la atención, culpan al “gringo”.  Pero tarde o temprano cuando son llamados a cuentas reclaman ignorancia o superioridad espiritual:

-“No sabía! Perdóneme, por favor, perdón…”

-“¡Yo soy el ungido de Jehová!  ¡Como se atreve a cuestionarme!”

En este país materialista del Norte la cultura adora al “dios dólar”.  La cultura dominante no perdona esta “infracción de valores”.  Yo se de pastores que no saben predicar, pero son tolerados porque son honrados.  Pero jamás he visto pastores que saben predicar pero son ladrones y siguen en el ministerio.

Estos terminaron mal. La “lana” lo traicionó.  Los que roban pierden la frescura espiritual, la unción desaparece y no prosperan.

-La Fama consiste en que de repente los pastores se creen actores de Hollywood.  Lo que antes se determinada como “altar” ahora es “plataforma.” Lo que antes era alumbrado, ahora  son reflectores de multicolor sincronizados por computadores con la música y humo que sale por todos lados, proyectado en pantallas gigantes. Tienen mas guardaespaldas que Obama, y viajan en automóvil blindado.

Tenemos una larga lista de pastores y evangelistas que no pueden mas que buscar la fama como un medio de compensación psicológica.  Viven en las luces, en el show cristiano, en la plataforma importante.  Viajan en primera clase, usan los mejores hoteles, las mejores marcas, son inaccesibles.  Emiten un mensaje terapéutico y social; un populismo avanzado y todo “lite.”

Lo importante es llenar auditorios, apelar a las masas, estar en televisión y ser adulado por el pueblo, tener lustre, halo, auge, popularidad; quieren la corona ahora. La escritura lo ha dicho tantas veces y de tantas diferentes maneras que el orgullo viene antes de la caída.

Una vez, comentando este fenómeno con un ministro que estaba por esos rumbos de la fama, me dijo que el problema era con los otros que lo envidiaban: “Dios me elevó para ser luz a las naciones”.  Estaba enojado conmigo porque solo habían llegado 700 personas al auditorio con cupo de 1,200.   Me dijo que su fama, su prestigio, su éxito  dependía cuantas personas venían a escucharle.  Nada que ver con el ejemplo del Maestro que no tenia “dónde recostar su cabeza.”

Terminaron mal. La “fama” los traicionó.

Los que buscan la fama pierden la frescura espiritual, la unción desaparece y no prosperan.

Para cada uno de estos 3 pecados, inútilmente culpamos al cónyuge,  al concilio, y a los envidiosos.  Quizás, pero igual son 3 pecados que  eventualmente se cobran en ambos mundos.

El Llamado al Norte

Hay muchas razones por la cual muchos vienen a residir a este país.  Cuantas veces se escucha el clamor de padres que admiten que no hay futuro para sus hijos en el país donde residen.  Otros vienen al país buscando un ministerio fecundo entre el pueblo evangélico Hispano. Tienen la posibilidad de contactar iglesias y así se aventuran y llegan porque dicen ser llamados por Dios.

Sin embargo lo que encuentran es diferente a lo que pensaban.  Hay muchos conflictos que surgen como nuevos peregrinos, asuntos que resolver, que entender.  Son formidables los choques, riesgos y situaciones  culturales que enfrentan los que arriban a los Estados Unidos con esos sueños e ilusiones de una vida mejor en el ministerio. Las siguientes cuatro situaciones representan realidades que se aplican al aventurarse a venir al Norte.

 1. Situación multinacional. Aquí no viven solo americanos. En este rincón del mundo están representadas todas las naciones de Latinoamérica y el resto de todo el mundo. Los medios masivos acaban de anunciar que por primera vez en la historia, los angloamericanos son una minoría en el país.   Ya aquí, en Los Ángeles se hablan mas de 244 idiomas.  Las diferentes nacionalidades y sus idiosincrasias están por doquier en todas la iglesias.  Están los Mexicanos con el chile, los Argentinos con el mate, los Chilenos con el te, los Guatemaltecos con los chuchitos, y no olvidemos pupusas y gallo pinto!  Y así continúa.

Es difícil encontrar una congregación que no tenga este surtido de nacionalidades. Los asuntos culturales como la dieta, el humor, el acento, costumbres, fútbol, y múltiples asuntos se convierten en un pueblo multinacional, multicultural, difícil y complicado para tratarlo.  Tan fuerte es el nacionalismo que algunas Iglesias su membresía se caracteriza por nacionalidades.

Y también esta el fenómeno México-americano donde  los creyentes tienen nombre y apellidos hispanos pero no dominan el hablar, leer o escribir en Español por ser la séptima generación de los descendientes nativos de estas tierras.

Todo esto lleva a una continua fragmentación de la comunidad hispana evangélica. No es monolítica para nada. “Se habla Español” no quiere decir mucho.

3. Situación materialista.  Aquí, en este país donde el dólar impera, en muchas ocasiones el espíritu materialista toma control del corazón del creyente.  Es por eso que todos los males asociados con “el amor al dinero” nos impide hacer la obra del ministerio como una vez se pensó hacer. El refrán de antaño es vigente: “Time is money.”  Esto afecta en forma básica el estilo y manera de vivir. Aquí el triunfo es poder estar al día con Target, Visa o MasterCard. Estar al día con las cuentas al fin del mes es la razón del vivir… Y para el pastor, es una constante presión o tentación en dejar o “acomodar” el ministerio. Algunos pastores, para tener una ofrenda mayor o para que los hermanos cumplan con el diezmo hacen peripecias doctrinales prometiendo un sin fin de beneficios materiales para los que cumplen con sus obligaciones espirituales… Todo por el “guisado de lentejas.”  Todo por la supervivencia. Aquí no hay pesos o quetzales, aquí hay dólares y son casi todopoderosos.

3. Situación angloamerica. Sin querer, la iglesia Hispana y sus líderes tratan de ser americanos. Buscan ser la iglesia de “éxito” donde son evaluados por las estadísticas de otra cultura. Dicen resolver los problemas de la iglesia usando conceptos ajenos a la cultura hispana.  Si un programa funciona en la iglesia angloamericana entonces deducimos que funcionará en la hispana. Y la realidad no se descubre sino con tiempo: lo que es propicio en un contexto no es en el otro. Es indispensable entender el dilema existencial. Es una lucha constante donde se tiene que navegar con mucha precaución.  La cosmovisión del angloamericano y del hispano no son siempre compatibles. Por mas que el angloamericano crea estar en razón el pastor hispano nunca debe olvidar que la armadura de Saúl es para Saúl; no es para David.  Lidiar con la grey usando las herramientas de otro ha causado mucho dolor y grave confusión.  Muchos ministros no se ubican y al fin del día no reflejan ser hispanos o angloamericanos.

Nuestra realidad en este país resulta en afirmar que nunca podremos ser monoculturales.  El aspecto de asimilación vs. culturización es todo un tema.  Asimilación en su sentido estricto, es imposible. Mas bien debemos entender el reto de culturización. La lógica es entender que vivimos simultáneamente no entre sino, en ambos mundos.  No podemos vivir renunciando a un mundo y entregarnos al otro sin caer en el atroz problema de identidad.  Cuanto más rápido admitimos que somos lo que somos por la gracia de Dios, estaremos tranquilos que somos ciudadanos en ambos mundos; es decir participamos en ambas culturas no en una resignación ante la “fuerza del destino”, sino como nuestra alegría presente-futuro ineludible: la voluntad de Dios.

Cuarto,  la situación de un pueblo que regresa.   Al principio parece todo una novedad y todo esta perfecto, pero poco a poco la realidad de la nueva cultura, el nuevo idioma, el vaivén del angloamericano, las costumbres y un sin fin de peculiaridades causan ansiedad y desesperación en la población general de “volver.” Aunque hay deseo de tener las comodidades que el nuevo país ofrece, el corazón esta en el país de origen. Muchos hermanos de la iglesia sueñan con regresar a la patria que los vio nacer:

“Mi Guatelinda!”

Mi Buenos Aires querido! ¿Cuando te vuelvo a ver?” 

Entre la melancolía de la marimba y la de Gardel, regresan, vuelven.  Y como pastores hispanos que tratan con dicha composición congregacional, no es raro ver el regreso de los creyentes… Le dicen al pastor:

«Pastor, nos vamos la semana que viene a nuestro país. Ya compramos la casita, tenemos unos dólares ahorrados. Nos vamos. Oren por nosotros.” 

Por eso estos hermanitos no diezmaban, ni apenas si ofrendaban, y siempre trabajan “overtime”.  Pero todos los meses cumplían con Western Union…

Pero uno que es llamado al ministerio por Dios no puede simplemente “volver”. ¿Volver a donde? ¿Con que fin? Los llamados de Dios son sin arrepentimiento. No tenemos “el lujo” de entretener el concepto.  Las manos están en el arado.

Y hay muchas mas “situaciones” que no hemos mencionado.  Toma décadas de integración para ajustar tantas cosas. Al fin uno se da cuenta que está en éste país porque Dios lo llamo. Y con ese llamado viene la capacitación para vivir en contexto.  Eventualmente uno aprende a vivir las situaciones y en ambos mundos.

Me gustaría saber tu opinión.